Sam Ladner, Qualitative research step by step, FLICKR
Sostiene Neil deGrasse en una entrevista para El Mundo el pasado 28 de diciembre, no es broma, que en la cultura norteamericana “ir a por un problema sin solución y trabajar en él aunque no lo consigas es algo normal”. Lo dijo como respuesta ante la pregunta del periodista, Luis Quevedo, sobre la diferencia entre los éxitos en ciencia obtenidos por la cultura anglosajona y los obtenidos en nuestro país.
Salvando las diferencias obvias entre el tamaño, el producto interior bruto y, entre otras, las inversiones en ciencia en EEUU y España, deGrasse parece apuntar que el factor “cultural” es determinante. Desde el campo de las humanidades, y asumiendo que también se hace ciencia aquí, esto es, se produce conocimiento en este ámbito, acepto la premisa que plantea el astrofísico norteamericano. El planteamiento de problemas sin solución precisa de dos condiciones: por un lado un conocimiento exhaustivo del campo en cuestión, de sus fundamentos, de sus métodos y, por lo tanto, de su SOTA; por otro, la capacidad para aislar y problematizar el objeto de la inquisición intelectual dentro del campo científico en cuestión.
La práctica de la primera premisa ha sido y es el objeto del sistema educativo español en todos sus niveles, desde segundo ciclo de primaria a la enseñanza universitaria donde, desde una óptica puramente metodológica, se ha perseguido el aprendizaje memorístico, el conocimiento declarativo y, en mucha menor medida, el desempeño competencial y el conocimiento procedimental. Los que tenemos hijos en secundaria y primaria sabemos el peso del aprendizaje memorístico en la enseñanza actual. En este contexto, parece atinado pensar que el sistema no favorece las condiciones que posibiliten un clima en el que plantear retos intelectuales a los estudiantes, posiblemente debido a que carezcamos de las metodologías de evaluación adecuadas. Es obvio, por otra parte, que la evaluación del conocimiento declarativo se ha venido realizando durante décadas sin aparentes disfunciones, más allá de la discrecionalidad del profesor/evaluador al seleccionar las preguntas. El paso de un modelo puramente memorístico/declarativo a uno más procedimental y estimulante requiere un “reseteo” del sistema educativo, un replanteamiento de su metodología de trabajo y, más importante aún, de sus objetivos.
Edward Wilson en su libro Cartas a un joven científico, ED. Debate, escribe lo siguiente: “La investigación exitosa no depende de la habilidad matemática, ni siquiera de una comprensión profunda de la teoría. Depende en gran medida de elegir un problema importante y de encontrar una manera de resolverlo, aunque al principio sea de forma imperfecta. Con mucha frecuencia, la ambición y el espíritu emprendedor, combinados, vencen a la genialidad” (.p.236). Este es sin duda el factor cultural al que se refiere deGrasse y que tan necesario es desarrollar y promover en nuestro sistema educativo.