Las universidades españoles están ausentes de los primeros puestos de los rankings internacionales más prestigiosos. En el último ARWU, que elabora la Universidad Jiao Tong de Shangái, no hay ninguna entre las 200 primeras del mundo y solo diez entre las 500 mejores. En el escalafón mundial que realiza Times Higher Education, la primera universidad española es la Pompeu Fabra, de Barcelona, que se encuentra en el puesto 164, y solo ocho más en el grupo del «top 400».
Junto con la calidad docente, en estos ránkings se valoran otros aspectos como el volumen y la influencia de las investigaciones, así como la innovación y la internacionalización, aspectos en las que las universidades españolas aparecen rezagadas con respecto a otras de países desarrollados.
Pocos sexenios reconocidos
Según un informe de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), en 2010 nuestro país se situaba en el puesto 22 del mundo en cuanto a documentos científicos por millón de habitantes, y en el 16 en cuanto a su calidad, medida en número de citas por publicación en los últimos cinco años. Una de las variables que se suele considerar en España para valorar la dedicación a la investigación es el cómputo de sexenios reconocidos, es decir, de tramos de investigación de seis años.
En este sentido, el informe de la comisión de expertos nombrada para estudiar la reforma universitaria advierte que «las cifras no son alentadoras», ya que el 37,6% del personal docente e investigador no tiene ni un solo sexenio, el 20% tiene uno y el 18,4% dos. Esto supone que más de la mitad (el 57,6%) tiene un sexenio reconocido o ninguno, es decir, «tiene una actividad investigadora nula o casi inexistente».
«Solo una minoría»
Según un estudio de la Fundación BBVA-Ivie, «solo una minoría del profesorado acredita resultados de investigación con regularidad». La investigación «no es cosa de todos», a pesar de que «todos disponen de tiempo retribuido para desarrollarla», ya que los resultados «los obtiene sobre todo una parte del profesorado y las universidades», sostiene este informe.
Únicamente un 69,5% de los catedráticos y un 40,6% de los titulares de universidad investigan regularmente, y apenas unos pocos de escuela universitaria, según sus datos.
Por ello, el estudio señala la necesidad de «revisar la idea de que todo el profesorado estable realiza tanto actividades docentes como de investigación, y la importancia de asignar las tareas reconociendo la actividad efectiva de cada persona y evaluar sus resultados».