La influencia que los medios de comunicación ejercen sobre nuestros hábitos, creencias y opiniones es, desgraciadamente, enorme. Aceptar que lo que se nos muestra ES la realidad supone menoscabar nuestra propia capacidad crítica y regalar a estos medios, y a sus intereses económicos y agendas, la forma en la que como individuos aceptamos y entendemos nuestra vida y en el entorno en el que se desarrolla.
Uno intuye el nivel de degradación ética que esconden estos medios y que intentan enterrar con políticas de supuesta responsabilidad social etc.
El artículo de Carla Wright demuestra claramente cómo los medios no informan sobre la realidad, sino que la construyen. Y lo hacen subiéndose en las espaldas de los que más sufren y menos capacidad tienen para cuestionar las prácticas de estos medios.
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Es difícil mantener la integridad en un entorno corrupto donde el silencio sanciona la hez en la que chapotean medios de comunicación, tradicionales y nuevos.